sábado, 7 de abril de 2012

EL IMPUESTO Y LA DISTRIBUCIÓN DE INGRESOS




En la mayoria de los paises de la OCDE, el sistema tributario tiende a corregir las desigualdades generadas por el mercado. En Chile, esto no se da, por multiples razones.

En este pais, la compresion de los impuestos es radicalmente retrograda. Uno de los pilares más importantes de este pensamiento deriva de una comprensión equivocada de los impuestos y la propiedad privada, la misma que fue recogida por la dictadura en las reformas al sistema tributario hecho entre 1974 y 1984. Según estas ideas, los impuestos se oponen a la propiedad, son un castigo, un mal necesario, y como tal, han de ser lo más bajo posible para financiar al Estado en sólo aquellas actividades que los privados no pueden realizar (Estado subsidiario). Quienes defienden estas ideas entienden que la propiedad privada es previa al Estado, que se trata de un derecho natural.

Es por eso que el sistema que se implementó en Chile durante la dictadura buscaba mantener la mayor cantidad posible de capital en manos privadas y así fortalecer la inversión que tuviera origen en ese sector. Digamos que es la forma en que el neo-liberalismo economico y el derecho natural gremialista tuvieron un punto de contacto. Entonces, según este razonamiento equivocado, los impuestos serían una especie de “prohibición a la propiedad”. En otras palabras, en Chile no tendríamos impuestos sino exacciones.

Esta comprensión combinada con la idea económica de que los impuestos sólo son una forma de obtener recursos para el Fisco, forman el contexto en que la obligación de pagar impuestos es considerada un costo (algunos incluso lo considerar un robo) y no una obligación política.

Por otra parte, hay otros que entienden que la obligación de pagar impuestos depende de la voluntad del que paga, como si se tratase de una obligación que el contribuyente contrae con el Estado en el momento en que realiza ciertos actos jurídicos. Para ellos, cuando no es un robo, la obligación de pagar impuestos sería equivalente a la obligación que usted contrae con alguien que le presta un servicio: una vez que se celebra el contrato, hay que pagar; antes no.
Por supuesto, hoy ya no es posible sostener seriamente (a menos que Ud. estudie en la PUC) que la propiedad privada es anterior al Estado y que su justificación está en el derecho divino. Por el contrario, la propiedad privada es un hecho institucional, vale decir, depende de nuestros arreglos institucionales y uno de ellos es justamente los impuestos que pagamos. En otras palabras, no puede haber un derecho de propiedad privada sin impuestos. En este sentido, la propiedad privada es consubstancial con los impuestos.

Desde esa perspectiva, sostener que la obligación tributaria depende de la voluntad individual de quien realiza ciertos actos, es desconocer la realidad. El Estado, que hace posible la propiedad privada, no puede existir sin impuestos, por lo que la obligación de pagar impuestos no depende de la voluntad del contribuyente: depende de la voluntad soberana (vale decir, de la ley). Pagar impuestos entonces es una obligación que supone el hecho de vivir bajo las reglas de un Estado. Y esa exigencia se deriva, en la mayoría de los casos, del hecho de residir en Chile y no de realizar o dejar de hacer ciertos actos. La realización de esos actos sólo servirá de indicio para determinar el monto de la renta (–en el caso del impuesto a la renta–) que estará afecta a impuestos.

Entonces, si la propiedad privada depende de los impuestos y estamos obligados a pagarlos independientemente de nuestra voluntad, ¿qué ocurre cuando evitamos el pago de un impuesto? En términos simples, dejamos de cumplir con la ley y desconocemos el carácter social de la propiedad privada.En ese sentido, lo que serian los ricos que evaden o eluden impuestos es aprovecharse de la sociedad, unos free-riders cualquiera.

Asi visto, en el Derecho comparado, los impuestos hacen una parte de la tarea para disminuir la desigualdad generada por la propiedad privada y el mercado, pero siempre con el gasto social es importante, tiene un impacto mayor. Hay países como Alemania o Italia, por ejemplo, que tienen un Indice de Gini (que es el que mide la desigualdad), antes de impuestos y transferencias, similar al de Chile: de 0,50. Pero después de impuestos y transferencias este indicador cae a 0,30, es decir, unos 20 puntos. En Chile, en cambio, el Gini sube después de impuestos, o sea, en Chile los impuestos aumentan la desigualdad. Y después de las transferencias, cae apenas tres puntos: de 0,52 a 0,49. La diferencia está, evidentemente, en el sistema tributario.

Esto se contrapone totalmente con las ideas que durante la decada de los 90' enarbolaron tanto academicos y economistas de derecha y (que se dicen) de izquierda, que planteaban que el camino para solucionar la desigualdad no era una reforma tributaria sino el gasto social. Gente como Eduardo Engel planteaba que el sistema tributario tenia que garantizar la eficiencia y la eficacia, pero para distribuir e igualar, estaban las politicas sociales. Esa idea está presente desde los ‘80, porque la mirada que tenía el gobierno militar de esa época fue que lo importante era el crecimiento economico, y que eso bastaba para lograr una mejor distribución del ingreso; algo que nuevamente escuchamos hoy en la UDI. Como sabemos, después en los ‘90, el SII encargó un estudio a un grupo de académicos de la Universidad de Chile (Engel, Galetovic y Raddatz) sobre impuestos y distribución del ingreso, y la conclusión fue que lo importante era el gasto público y que los impuestos no servían para redistribuir.

Esta opinion, que hoy refutamos, se basaba en dos razones. Primero, en ese minuto no se sabía de la importancia de las utilidades acumuladas en el FUT (Fondo de Utilidades Tributarias) y, entonces, al igual que como se hace en la mayoría de este tipo de estudios, se consideraron sólo las rentas declaradas por las personas, que comprenden los retiros, pero no las utilidades retenidas en las empresas. Si se imputan esas utilidades a sus dueños, la conclusión es distinta, pues hay que considerar que dos tercios de las utilidades anuales se retienen. Entonces, el impacto de cualquier reforma que aumente los impuestos sobre las rentas del capital será distinto dependiendo de si se consideran o no esas rentas. En segundo lugar, faltó simular el impacto en la distribución del ingreso de una reforma que cambiara radicalmente la forma en que se recauda, haciéndola similar a los países desarrollados, en donde el 60% de los ingresos tributarios provienen de impuestos a la renta y el 40% de impuestos al consumo. En Chile, la relación es exactamente la inversa.

En cambio, la reforma que Piñera deberia proponer para que realmente se produzca un cambio en nuestro inequitativo sistema tributario. Gravar a los empresarios en base devengada. Hoy las utilidades de las empresas pagan el 17% y solo cuando se distribuyen pagan la tasa del global complementario. Aquí decimos que es mejor que esa utilidad pague inmediatamente el impuesto. Esa es la única fuente importante de recursos. Y ahí está la gran inequidad. O sea, si uno quiere hablar de un sistema más equitativo no hay otra que aumentar los impuestos a las rentas del capital.
A pesar de esto, pueden haber tambien otras formas de apuntar a lo mismo. Por ejemplo, subir bastante la tasa de primera categoría es bueno, iria en la misma línea.

Concretizando estas ideas, lo que tenemos hoy es una escala del global complementario, que va desde 0 a 40%. En el estudio de Jorrat, se plantea que tributar un 40% es muy alto y propone bajar esa tasa a 30%. según él, con ese cambio se logra un efecto tremendo, porque hoy dos tercios de las utilidades solo pagan el 17%. Lo importante es que paguen un impuesto más alto y en el momento en que se generan las ganancias. En un sentido mucho más tecnico, Jorrat nos dice que deberiamos evaluar dejar la recaudación constante por parte de SII, porque basicamente con esa propuesta sobre el global complementario, no se estaba pensando en aumentar el volumen de lo recaudado (cuantitativamente) sino simplemente ver si el sistema podía ser más distributivo, si se lograba mayor equidad. Jorrat nos dice que si hacemos ese cambio, recaudamos un montón de plata para el Fisco a costa de los que tienen más dinero. Ahora, siguiendo en la linea de la distribucion, ¿Qué pasa si esa plata la destino a bajar el IVA? Entonces Jorrat nos dice que podíamos bajar el IVA hasta un 6%. Y entonces ahí sí que la política tributaria tiene un impacto importante, según el estudio de Jorrat, Cantallopts y Sherman.

Para finalizar las aplicaciones del estudio de Jorrat, según él, de aplicarse un impuesto de 25 o 30% para el decil más rico, teniendo un buen control del SII, si se puede lograr un cambio sustantivo en la distribución de ingresos. Lo que pasa es que hoy por hoy, la tasa efectiva de cobro de impuestos no está ni cerca, estando cercana al 13%.
Ahora, con estos cambios, tenemos que tener completamente claro que no vamos a llegar a lo que pasa en Italia o Alemania, donde el Gini baja del 0,5 al 0,3; porque hay una cosa de logica inmersa aca: en los países ricos, son todos más ricos, entonces todos pueden pagar impuestos. Aquí en Chile, en cambio, el 80% de la población está exenta de impuestos, por un tema de que los sueldos son bajos en Chile.

Ahora, comparemos esta opinion con la vision de Eduardo Engel, uno de los principales economistas liberales de la Concertacion. Jorrat propone bajar el IVA hasta un 6%, un cambio drástico. Según Engel, sin embargo, los cambios en el IVA pueden terminar perjudicando a los más pobres. En la Tercera de hace algunas semanas, él daba el ejemplo de que si se elimina el IVA a los alimentos, las personas de menos recursos ganan, porque pagan menos impuestos, pero también pierden, porque el IVA que pagan los ricos, que financia el gasto público que beneficia a los más pobres, no estará disponible. Según Engel, “por cada peso que los hogares pobres ahorran en IVA pierden el equivalente a tres pesos en gasto público que los beneficiaba”.
Frente a esto, se dice que argumento es correcto, bajo el supuesto que la disminución de IVA no se compensa con el aumento de otro impuesto. Sin embargo, siguiendo el mismo ejemplo, si se elimina el IVA a los alimentos y en su remplazo se sube el impuesto personal a la renta de los hogares ricos, de tal forma que la recaudación no cambie, el resultado es mejor todavía: los hogares pobres ahorran el IVA y no pierden nada, porque el gasto público sería el mismo. Es decir, si solo nos importara la progresividad de los impuestos, lo mejor sería eliminar el IVA y subir el impuesto progresivo a la renta.

En este cambio tributario, debemos ver la totalidad del sistema impositivo en Chile.
Ademas de las rentas de capital y el IVA, tambien esta el tema de los impuestos a las externalidades negativas. Ahí hay un déficit. No existen impuestos a las externalidades negativas en Chile, salvo lo que le cobramos al tabaco. Pero en el caso de los combustibles, le cobramos más al que contamina menos (con menores impuestos al diesel, a las mineras e industrias, etc). Habría que subir mucho eso. Lo mismo las bebidas alcohólicas. Pagan poco impuesto. También hay que otros vacíos, como el de la renta presunta en el caso de las empresas de transporte.

Para finalizar, viendo la la propuesta Piñera, que se nos ha explicado que pretende elevar a 20% el impuesto de primera categoría, bajar el de segunda categoría y modificar algunas exenciones tributarias. ¿Sirve para algo? Bueno, aca decimos que la única forma de lograr un avance significativo en equidad tributaria es incrementar la tributación de las rentas del capital para aproximarla a la de las rentas del trabajo. Esto se logra cambiando la tributación en base a retiros por una en base devengada, o bien, elevando sustantivamente la tasa de primera categoría. En ese sentido, el incremento de la tasa de primera categoría a 20% iría en la dirección correcta, pero su magnitud es bastante moderada, por lo que no creo que tenga un impacto significativo. Si a eso se agrega la disminución de los impuestos personales y lo que señaló el Presidente en cuanto a que se reduciría la tributación de las PYMES, el impacto en equidad por parte del sistema tributario deberia ser nulo.
A esto tenemos que agregar la idea de bajar la tributacion a la renta de todos los trabajadores, dependientes y no-dependientes. En la materia, se dice que este tipo de cambios puede tener un costo fiscal significativo, además de afectar negativamente la progresividad. Hay que tener en cuenta que en la actualidad el 83% de las personas naturales está exenta del impuesto a la renta, por lo tanto esta medida beneficia sólo a las personas del quintil más rico: aproximadamente 1,5 millones de chilenos.

Reforma Tributaria




A días de que el gobierno entregue su propuesta tributaria para financiar las reformas a la Educación, hemos tenido la oportunidad de ver en la prensa distintas opiniones sobre la reforma. Una de las tendencias más criticas nos dice que lo que se conoce de esa iniciativa hasta ahora no permitiría recaudar más y tampoco hacer de Chile un país más equitativo pues lo que se propone sólo beneficia a los más ricos. La ultima en salir es la de Michael Jorrat, de la U de Chile, quien fue uno de los primeros en hablar de los miles de millones de pesos acumulados en “utilidades retenidas” -que constituyen una de las principales fuentes de ingresos de los grupos más adinerados de la población- y sobre los cuales no han pagado impuestos.

Los economistas en Chile, primero que nada, tienen un dogma: la distribución de ingresos sólo se puede mejorar con el gasto social del Estado y no aumentando impuestos. Este arranca de una investigación realizada por Eduardo Engel, Alexander Galetovic y Claudio Raddatz, quienes en 1998 publicaron su famoso paper “Reforma Tributaria y Distribución del Ingreso en Chile”. En su investigación, Engel, Galetovic y Raddatz concluyeron que “la redistribución del ingreso se debe realizar mediante el gasto social, no mediante la recaudación de impuestos”.
Esa máxima se enseñó como las Tablas de la Ley en las escuelas de Economía y en los cursos de Políticas Públicas en los últimos diez años. Hasta que Jorrat salió al camino con nueva evidencia y dos estudios determinantes: “Equidad Tributaria en Chile, Un Nuevo Modelo para Evaluar Alternativas de Reforma” y “La tributación directa en Chile: equidad y desafíos”.

Antes que plantear una propuesta de reforma tributaria, hay que definir qué es lo que queremos como sociedad. Dentro de esto, hay dos paradigmas economicos relativamente exitosos que se aplican en la actualidad, pero alternativos: el norteamericano, que es también el nuestro, con baja productividad, con el consumo como elemento central y muchas horas de trabajo; y el europeo, con la industria como elemento central, menos horas de trabajo, pero mayor productividad.

La evidencia de que el segundo modelo produce más felicidad y cohesión social es relativamente inobjetable. En cambio, la evidencia de que el primer paradigma es generador de más crecimiento económico, no es tan evidente si la econometría se hace bien.

De todos modos, la opción entre estos dos paradigmas es política. El primero anda mejor con desregulación, flexibilidad laboral e impuestos bajos; el segundo enfatiza la educación, la capacitación y requiere más impuestos.

Suponiendo como se ha movido nuestra sociedad en los utimos años, la opción europea es nuestro horizonte (a menos que nos guiemos por la teoria del charango y la zampoña). 

Dentro de esta visión, lo que Jorrat nos dice es que hay que bajar el IVA, radicalmente: del 19% actual a un 6%; y compensar esa caida en la recaudacion con un mayor impuesto para los ricos (aquellos que ganan más de 6 millones de pesos), subiendo de 13% a 25%.

Primero, es necesario hacer un característica del gasto de la poblacion chilena. La mayor parte de los chilenos destina prácticamente todo su ingreso al consumo, por lo tanto, una baja en el IVA es realizar un desahogo para los bolsillos. Sobre todo hoy, cuando según la FAO los precios de los alimentos han subido más que en cualquier país de América Latina en el último tiempo.
Para compensar la caída de la recaudación fiscal Jorrat propone aumentar el impuesto que pagan los más ricos, del 13% actual al 25 %. Los más ricos, aquellos que ganan sobre 6 millones de pesos, constituyen una población de 48 mil personas, dice Jorrat.

Debemos partir de una premisa anterior y más importante. En Chile, el principal problema del sistema tributario es ser inequitativo. Las rentas empresariales en este país, soportan una carga tributaria mucho menor que las rentas del trabajo. En números, esto significa que mientras no retiren las utilidades de sus empresas, los empresarios pagan sólo un 17% de impuesto. En cambio un trabajador dependiente o independiente tiene que pagar por todo lo que ha ganado, en una escala de 0 a 40%, independientemente de si gastó o ahorró sus ingresos. La principal desigualdad viene de ese tratamiento preferencial que reciben las rentas empresariales, al tributar sobre la base de retiros en vez de tributar por las ganancias obtenidas (lo que se llama base devengada), como hacen todos los trabajadores.

Naturalmente, el propósito de este sistema tributario no es ingenuo. Este fue creado en entre 1974-1984, buscando estimular la reinversión de las utilidades: que los dueños de empresas, en vez de retirar sus ganancias, las reinvirtieran en la misma compañía para hacerla crecer. Además de incentivar la inversión se buscaba aumentar la liquidez de las empresas (dinero disponible), lo cual era especialmente relevante para las firmas pequeñas. El argumento es que si la empresa retiene utilidades, paga menos impuestos, y por lo tanto, queda con más recursos disponibles como capital de trabajo.

Con el tiempo, sin embargo, nos hemos dado cuenta a través de la evidencia que claramente no es el mejor sistema para lograr estos objetivos. Por una parte, no asegura que las utilidades retenidas se destinen a inversión real y, por otra, es muy difícil para el Servicio de Impuestos Internos (SII) verificar si las utilidades se encuentran efectivamente dentro de la empresa. En la práctica, es un mecanismo que favorece la evasión y la elusión. De hecho, lo que ha ocurrido en la realidad es que las utilidades retenidas se han acumulado en sociedades de inversión. Según investigaciones (Jorrat), más del 50% de las utilidades que se han retenido están acumuladas en empresas cuyo giro es el de la “sociedad de inversión”. Esas utilidades están ahorradas en depósitos a plazo, fondos mutuos u otros instrumentos. Es decir, el sistema ha servido principalmente para estimular el ahorro dentro de estas sociedades, pues de esta manera los empresarios postergan el pago del impuesto global complementario, porque mientras no retiren las utilidades para su consumo personal, no van pagar ese impuesto.

Esta es la practica común que realizan los grandes empresarios. Sin duda es la opción más racional para cumplir de cerca la ley o derechamente, no cumplirla. Las personas que participan en empresas como propietarios, ya sea como accionistas o socios, son los que crean estas sociedades para recibir ahí las utilidades distribuidas por sus empresas productivas. Pueden tener una o dos sociedades de inversión y ahorran en ellas, pues de esa manera postergan el pago del impuesto. De acuerdo a las estadísticas, actualmente hay acumulados aproximadamente US$ 200 mil millones en utilidades sobre las cuales no se ha pagado impuesto. Eso es lo que se conoce como FUT, Fondo de Utilidades Tributarias. Y en mi opinión cualquier reforma que pretenda aumentar significativamente la recaudación o mejorar la equidad tributaria, debe pasar por terminar con este sistema de tributación, algo que el min Larrain ha negado sistematicamente en entrevistas.
Una brutalidad, porque de esos US$ 200 mil millones acumulados, tendrían que haber pagado impuestos en promedio un 15% ó 20% o más, o sea, unos US$ 30 mil millones de dólares. Es mucho dinero.

Cruzando datos con la encuesta CASEN, se supone que hay del orden de 45 mil personas que ganan más de $6 millones mensuales. Sin embargo, en las declaraciones de impuesto a la renta sólo hay unas 15 mil personas en esta condición. Donde estas las otras personas que no tributan? Son a las que les conviene tributar como empresas, pues tienen la posibilidad de pagar un 17% de impuesto mientras no retiren la plata. A un médico, por ejemplo, le conviene asociarse con otro médico o con la esposa y hacer una sociedad de profesionales. Luego de eso, tributa en primera categoría. Es decir, tributa como empresa y de ahí en adelante no paga nunca más el 40% sino a lo más el 17%. Y si se acoge al 14 bis, no paga ni siquiera el 17 por ciento, porque en ese caso, no se paga nada, cero. Pago solo cuando retiro.

Por lo tanto, donde hay que atacar para mejorar la equidad en Chile, es en el bolsillo de los más ricos. Naturalmente, la reforma Piñera no ataca ese problema sino que mantiene la esencia del sistema tributario de los 80'.